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martes, 6 de octubre de 2009

Balrog


Los Balrogs son criaturas ficticias con apariencia de demonio dentro del legendarium de Arda de J. R. R. Tolkien. Un Balrog (palabra sindarin que significa "demonio de poder"; en quenya, Valarauko o Valarauco, con plural Valaraukar) era un ser grande y amenazador, llamado también Flama de Udùn (lugar donde fueron creados), con forma de hombre, que tenía control sobre el fuego y las sombras, y un látigo ígneo de varias puntas. Inducían gran terror en aliados y enemigos por igual, y podían envolverse en la oscuridad y las sombras. La Comunidad del Anillo encontró un Balrog en las minas de Moria, en El Señor de los Anillos (específicamente, en el libro II, la segunda mitad de La Comunidad del Anillo).

Los Balrog fueron originalmente Maiar, de la misma raza que Sauron y Gandalf, pero fueron seducidos por Morgoth (también llamado Melkor), que los corrompió bajo su servicio en los días de esplendor después de la creación de Arda. Durante la Primera Edad del Sol, fueron una de las fuerzas más temidas de Morgoth. Cuando su fortaleza principal de Utumno fue destruida por los Valar, huyeron y se escondieron en las minas de Angband.

Siendo Maiar, los Balrog podían cambiar su forma a voluntad, y además andar por el mundo invisibles y sin forma. Sin embargo, Melkor, Sauron y sus variados sirvientes Ainur perdieron la habilidad de cambiar de forma, manteniendo una de manera permanente. Melkor tomó la forma de "tirano de Utumno", gigante y terrible, pero incapaz de curar sus manos y su frente, que habían sido quemadas por los Silmarils; ni tampoco las heridas de su cara y pies, obtenidas en su duelo con Fingolfin. Sauron nunca más fue capaz de adoptar una forma agradable tras la caída de Númenor, e incluso cuando Isildur cortó el dedo que portaba el Anillo Único no volvió a recuperarlo.

Aunque Tolkien no lo especifica, parece que del mismo modo los Balrogs permanecían atados a sus formas demoníacas. Tolkien los describe como "espíritus" de fuego, y "grandes sombras", lo cual lleva a pensar que los Balrogs tenían algo de etéreos.

Los Balrogs son las criaturas más poderosas al servicio de Morgoth, con la sola excepción de Sauron, pues se trata de espíritus Maiar, más poderosos y terribles que los dragones, los cuales temen a los Balrogs. Si bien Sauron es el más poderoso de los sirvientes de Morgoth y Gothmog, el Señor de los Balrogs, es el segundo, es este último el Alto Capitán de Angband, cargo que lo identifica como el campeón de Morgoth y el guerrero más poderoso de Angband después de su amo. Mientras que la imagen de Gothmog es la de un capitán y un guerrero, la de Sauron es más la de un lugarteniente y un hechicero, más poderoso que un Balrog, aunque no como guerrero.

El primer encuentro de los Balrogs con los Elfos fue durante la Dagor-nuin-Giliath en la Primera Edad. Tras la gran victoria de los Noldor sobre los orcos de Morgoth, Fëanor presionó hacia Angband, pero los Balrogs salieron contra él, y fue mortalmente herido por Gothmog, Señor de los Balrogs, el único de ellos conocido por su nombre. Aunque sus hijos llegaron poco después y rechazaron a los demonios, Fëanor murió por sus heridas, y su espíritu se marchó hacia los Salones de Mandos.

Más tarde, en la caída de Gondolin, dos Balrogs cayeron bajo las armas de los Elfos (si bien, de acuerdo con El Libro de los Cuentos Perdidos, cuarenta y ocho cayeron en Gondolin). Ecthelion de la Fuente luchó contra Gothmog en la plaza del rey, donde ambos perecieron. Glorfindel luchó contra otro que lo emboscó en su huida de la caída Gondolin; ambos cayeron de una ladera hacia sus respectivas muertes.

Dragones


Los dragones fueron creados por Morgoth durante la Primera Edad y cuando Glaurung surgió por primera vez. Es probable que Morgoth los creara corrompiendo alguna raza desconocida de animales con sus artes oscuras. Los dragones eran capaces de criarse solos, y en años posteriores el Brezal Marchito fue supuestamente su lugar de concepción.

Todos los dragones en la obra de Tolkien también comparten una pasión por los tesoros (especialmente el oro), la inteligencia sutil, la inmensa astucia, la gran fuerza física, y un poder hipnótico llamado «encantamiento de dragón». Son extremadamente poderosos y peligrosos, no obstante ellos envejecen muy despacio. Teniendo en cuenta esto, las primeras tentativas de Melkor de usarlos contra sus enemigos fracasaron, debido a que aún no se habían hecho lo bastante poderosos para hacerlos útiles en la batalla.

El fuego de dragón se dice que no es lo suficientemente caliente como para derretir el Anillo Único, aunque esto sea más probable un refuerzo literario a la indestructibilidad de los anillos que la fuerza misma del fuego, así como cuatro de los siete anillos de los Enanos fueron consumidos por fuego de dragón.

Tolkien imaginó su propio sistema taxonomico para sus dragones, basado en el modo de locomoción y el tipo de su aliento.

En cuanto al modo de locomoción, algunos dragones, como por ejemplo Glaurung caminaban sobre cuatro patas, como los lagartos. Otros, como Ancalagon o Smaug, podían tanto caminar sobre sus cuatro patas como volar con sus alas. Los dragones alados hicieron su primera aparición durante la Guerra de la Ira, en la batalla que concluyó la Primera Edad, por lo que todos los dragones anteriores durante la Primera Edad no tenían alas, y no podían volar. Además, Tolkien llama a Scatha un «gusano largo», pero no explica convenientemente el término, por lo que puede tratarse tanto de un apelativo despectivo como de un adjetivo taxonómico, que podría hacer pensar en una tercera clase de dragones por su modo de desplazamiento: reptiles, como una serpiente.

En lo que tiene que ver con el tipo de su aliento, Tolkien llama Urulóki (singular urulokë, «serpientes calientes» o también «dragones de fuego») a los dragones que podían expeler fuego. No está totalmente claro si el término Urulóki se refiere únicamente a los primeros dragones que, como Glaurung, podían expeler fuego pero no eran alados, o a cualquier dragón que pudiera expeler fuego, volara o no, lo que incluiría, por ejemplo, a Smaug. En el Apéndice A de El Señor de los Anillos, se menciona un «dragón de frío». Se supone, aunque no esté claramente establecido, que este término indica un dragón que expelía hielo o nieve en vez de fuego, como los dragones blancos de Dungeons & Dragons. A Dáin I, de la estirpe de Durin, le mató un dragón de frío.

Elfos


Físicamente, los Elfos crecen de forma más lenta que los Hombres, aunque en los primeros años, su apariencia puede confundirse fácilmente. A la edad de cincuenta años, los Elfos alcanzan la apariencia que tendrán el resto de su vida, y hasta los cien años no terminan de desarrollarse, cuando la mayoría de los Hombres ya habría muerto. Mentalmente, se desarrollan más rápido y aprenden a hablar y a andar con menos de un año.

Los Elfos tienen una visión muy superior a la de los Hombres (exceptuando a los Numenoreanos) y ven perfectamente en la oscuridad si ésta no es absoluta. Son más hábiles que las demás razas, y más resistentes en cuerpo y mente que Hombres y Enanos. Se recuperan más rápido de las heridas y no están sujetos a las enfermedades. Son criaturas bellas que aman la naturaleza, la vida y la música. Todos los elfos son prácticamente inmortales: envejecen junto con el mundo y existen mientras el mundo exista. Son inmunes a las enfermedades; sólo pueden perder la vida en batalla o fallecer de pena. Pero pueden volver a la vida en Aman. Aunque no se sabe bien cómo esto llega a ocurrir, se sabe que mantienen su misma apariencia física y siguen siendo la misma persona que eran antes de morir (véase el caso de Glorfindel). Sus principales lenguajes son el Sindarin (Elfos Sindar) y el Quenya (Elfos Noldor).

Tanto dentro del mundo de la Tierra Media, como en la mitología en general, Ingwë (que en el mundo de la Tierra Media es también el rey de los Vanyar) es considerado el Alto Rey de todos los elfos, aunque luego de la Gran Marcha de los Elfos, nunca regresó de Aman y vive siempre cerca de los Valar.

Hay diferentes tipos de elfos en la mitología de J. R. R. Tolkien.

Anillo unico

Anillo Único es el nombre con el que se denomina a un objeto ficticio perteneciente al legendarium del escritor británico J. R. R. Tolkien, que aparece en su novela El Silmarillion y principalmente en El Señor de los Anillos, sobre cuya destrucción gira la trama. Este anillo representa el poder del Señor Oscuro Sauron, un Maia que se convirtió en el lugarteniente del primer Señor Oscuro, Morgoth, durante los Días Antiguos.

También es conocido como el Anillo de Poder, el Daño de Isildur, Tesoro o simplemente El Anillo.

Aunque a simple vista el Anillo Único parecía un anillo normal de oro, era inmune a toda forma de destrucción, a excepción de los fuegos del Orodruin, el volcán situado en la tierra de Mordor, donde fue forjado por Sauron. Era posible identificarlo sometiéndolo a un calor intenso, ya que de ésta forma aparecía una inscripción en la Lengua Negra de Mordor, escrita tanto en la cara interna como externa del Anillo, y que simboliza su poder de control sobre los demás Anillos de Poder:

One Ring inscription.svg

Ash Nazg durbatulûk, ash Nazg gimbatul, ash Nazg thrakatulûk agh burzum-ishi krimpatul.

La traducción que el Maia Gandalf hizo de esta frase es:

Un Anillo para gobernarlos a todos, un Anillo para encontrarlos,
un Anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas.

En manos de Sauron el Anillo era fácilmente reconocible, ya que el calor intenso que desprendía su cuerpo era suficiente para que la inscripción brillara de forma continua.

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