En El Señor de los Anillos, Tolkien narra como Théoden había confiado Herugrim a Gríma Lengua de Serpiente, su consejero, para que se la cuidara. Pero Gríma, lejos de ser fiel a su rey, estaba a las órdenes de Saruman, y debilitaba al anciano Théoden con su influencia mágica y arteros consejos. Por eso, y por avaricia, en vez de guardarla escondió a Herugrim en su cofre personal, junto con otras cosas que se creían perdidas, y dejó que se oxidara.
Cuando Gandalf sanó mágicamente a Théoden de su debilidad, la espada se restauró también, y Théoden reclamó a Háma, uno de sus guerreros, que se la trajera, junto con el propio Gríma, de cuya influencia había ya escapado. Gríma no quería entregar las llaves del cofre, pero Háma le forzó a ello y le capturó.
Théoden empuñó Herugrim en las dos importantes batallas de la Guerra del Anillo que encaró tras recuperarse: la de Cuernavilla y la de los Campos del Pelennor, en la que murió.
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